COMITÉ DIRECTIVO NACIONAL

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COMITÉ DIRECTIVO NACIONAL DEL SUONTRAJ

18 abr 2011

JUICIO A JESÚS DE NAZARET




Por: Luis M. Galviz*
    
Los Evangelios (canónicos y apócrifos) nos relatan la historia de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret, y nos cuentan que Cristo fue crucificado en medio de dos ladrones uno a la derecha y otro a la izquierda, en una Semana Santa como la presente.
El Evangelio de Nicodemo señala que el ladrón de la izquierda, era llamado Gestas o Mal Ladrón y el de la derecha Dimas o el Buen Ladrón.
Jesús Cristo, en su inmensa misericordia, ante el arrepentimiento de Dimas en la Cruz, le dijo: “De cierto, de cierto te digo hoy estarás conmigo en el Paraíso”; mientras Gestas, no mostró arrepentirse de todos los crímenes que en su vida de ladrón, había cometido, sino por el contrario empezó a recriminar a Cristo; lo cual de seguro lo llevó al Infierno.
Imaginemos, por un momento, que el juicio de Jesús de Nazaret, se hubiese celebrado en la Venezuela del Siglo XXI ¿Cuál hubiese sido el resultado?
Jesús, fue un hombre que vino a la tierra a predicar el mensaje de salvación de Dios y hacer el bien sin mirar a quien. Cuando cumplió treinta años, comenzó su Ministerio de Fe y su peregrinaje por todo el pueblo de Israel, llevando palabras de esperanzas, amor, tolerancia y de hermandad.
Aunque Israel, estaba bajo el dominio del Imperio Romano, había algunas autoridades y leyes vigentes, sólo aplicables a los ciudadanos israelitas.
Una noche, estando Jesús orando a Dios, junto a sus discípulos, en el Jardín Getsemaní, fue capturado por los fariseos, saduceos y la guardia nacional del Sumo Sacerdote Caifás; y fue acusado de incentivar al pueblo contra los romanos y de blasfemar contra Dios.
Caifás, como Sumo Sacerdote, también, era el Juez Supremo de Israel y ordenó, que Jesús fuese llevado, hasta ser juzgado, a las cárceles de los sótanos de los servicios de inteligencia del sacerdocio; en ese lugar Jesús fue interrogado, acerca de su presunta relación de parentesco con Dios y sobre sí se creía ser Dios o no. También le preguntaron el por qué se oponía al gobierno de turno.
En ese lugar le fabricaron un expediente por “Blasfemia contra Dios”, según por qué así lo había confesado él mismo, cuando al ser interrogado por el Sumo Sacerdote en cuanto a sí se creía Dios, Jesús le habría respondido “Tú lo has dicho”.
Como Jesús, provenía de una familia de carpinteros, y desde que había comenzado su predicación en la Tierra, no había trabajado más en su profesión; no tenía para contratar un abogado privado, por lo que el Sanedrín, le nombró un Defensor Público afecto al Partido gobernante. Este Defensor de entrada alegó, que haría lo que pudiera, puesto que tenía como mil casos, por delante y además el imputado ya se había confesado culpable; por lo que de seguro sería condenado a morir en la Cruz, tal como estaba previsto en la legislación aplicable a la materia.
Mientras Jesús estuvo preso en los sótanos del Sanedrín, incomunicado. Su Madre María y su Padre José, así como algunos otros familiares cercanos, trataban en vano de entrevistarse con el Defensor Público, en primer lugar todos los días hacían una larga cola frente al Palacio de Justicia, a ver sí podían solicitar información sobre el caso de Jesús, cuando al fin llegaban a la recepción, el personal de seguridad les comunicaba que sólo una persona podría entrar, entrando sólo María, mientras José y el resto de familiares, debían esperan en la parte de afuera del Palacio de Justicia.
Ya María, en el despacho del Defensor Público, un asistente le informaba, que lamentablemente el Doctor, no se encontraba, puesto que estaba haciendo visitas carcelarias, y le recomendaba regresar otro día a ver, sí tenía suerte.
Así pasaron los días y María la madre de Jesús de Nazaret, no pudo recibir información acerca de su hijo, mientras duró el juicio.
El expediente penal de Jesús, le fue entregado, a un Juez Provisorio, recién graduado que estaba inscrito y militaba fervorosamente en el Partido Político de los Fariseos y Saduceos, donde el Sumo Sacerdote Caifás, era su Presidente autoproclamado y vitalicio.
En la Audiencia Definitiva del Juicio, Jesús fue trasladado bajo una fuerte custodia de la Guardia Nacional del Sumo Sacerdote Caifás; pero antes el Juez Provisorio, encargado de juzgar a Jesús, fue llamado, al despacho del Jefe del Palacio de Justicia, quien tenía en una de las paredes un enorme retrato del Sumo Sacerdote Caifás; el Juez Provisorio, intuyó que era por el expediente de Jesús de Nazaret, y antes de subir al despacho de su Jefe, sacó del archivo del tribunal el expediente, y llevándolo bajo el brazo, subió a atender el llamado de su superior.
Dentro del despacho el Jefe, le dijo al Juez Provisorio, ya sabes porque te mandé a llamar, tú sabes lo que tienes que hacer señalándole la foto del Sumo Sacerdote Caifás, a lo que el Juez respondió por supuesto que sí su señoría. Y bajó a la Sala de Audiencias.
En la Sala, ya estaban todos presentes, el Fiscal Provisorio, que también era miembro del Partido Político de los Fariseos y Saduceos, el acusado Jesús, quien vestía una capa roja y una corona de espinas, flanqueado por dos robustos guardias nacionales del Sanedrín y el Defensor Público, quien había recomendado a Jesús que ratificará su culpabilidad, para salir rápido de eso; María, José y el resto de familiares, se encontraban haciendo la cola frente al Palacio de Justicia, por lo que le sería imposible estar en la audiencia de juicio; y el Juez Provisorio, quien declaró de inmediato abierto el Juicio.
Durante todo el juicio Jesús de Nazaret, guardó silencio; en la audiencia quien más habló fue el Fiscal Provisorio Acusador; el Defensor Público, apenas balbuceó unas palabras que nada aportaron a favor de Jesús. Al final de la audiencia, el Juez Provisorio, dictó su sentencia, la cual fue totalmente condenatoria en contra de Jesús, por lo que debería ser crucificado hasta morir, en el cerro llamado El Gólgota, por haber quedado plenamente demostrado en el juicio, que había Blasfemado contra Dios, al considerarse así mismo Dios.
La anterior sentencia, fue confirmada en la instancia superior y por el Juez Supremo de Israel Caifás, quien también era el Sumo Sacerdote jefe de Sanedrín y Presidente Vitalicio del Partido en el gobierno. El Imperio Romano, también dio su visto bueno, para crucificar a Jesús de Nazaret, por lo que de inmediato fue obligado cargar su propia Cruz hasta el Gólgota, por la guardia nacional del Sumo Sacerdote.
Ya en la Cruz, Jesús de Nazaret, fue puesto entre dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda, quienes también eran crucificados por delitos cometidos en el transcurso de sus respectivas vidas.
Entre los condenados, comenzó una conversación  “El ladrón de la izquierda insultó a Jesús diciéndole: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros. El ladrón de la derecha le reprendió: Y tú, que sufres la misma pena, ¿no respetas a Dios? Lo nuestro es justo, pues recibimos la paga de nuestros delitos; éste en cambio no ha cometido ningún crimen. Y añadió: Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí. Y  Jesús le dijo: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Y murió Jesús de Nazaret diciendo: "Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?" "Todo se ha cumplido." "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu." "Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen".

 *Abogado, Trabajador Social, Presidente del SUONTRAJ, Secretario Ejecutivo de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores del Poder Judicial (CLTPJ)