COMITÉ DIRECTIVO NACIONAL

COMITÉ DIRECTIVO NACIONAL
COMITÉ DIRECTIVO NACIONAL DEL SUONTRAJ

21 may 2010

"POR LA DERROTA DEL MIEDO EN EL PODER JUDICIAL VENEZOLANO"



Por: Luis Martín Galviz*


En el servicio público de administración de justicia, un importante número de trabajadores y trabajadoras, escriben en los muros de las diferentes redes sociales del Internet o comentan en los pasillos de los diferentes Palacios de Justicia, Tribunales o Sedes Judiciales, su temor o miedo, a ser despedidos, sí participan en las acciones sindicales o asambleas, convocadas por los Sindicatos que hacen vida en el Poder Judicial Venezolano, o sí expresan su reclamo ante un supervisor inmediato o ante un representante del empleador, en cuanto a los múltiples incumplimientos en materia de derechos laborales o al solicitar alguno de los beneficios establecidos en la convención colectiva vigente.

El miedo o temor que indican los trabajadores y trabajadoras judiciales sentir, tiene su basamento en la inestabilidad labora que se ha generado, a raíz de los procesos de reestructuración administrativa o integral que el Tribunal Supremo de Justicia y su Dirección Ejecutiva de la Magistratura, han decretado y ejecutado, por lo menos desde 1.998, hasta la presente fecha.

La estabilidad laboral o mejor dicho el efectivo y cabal cumplimiento del Derecho a Trabajar, plasmado en la Constitución Nacional, viene siendo irrespetada en forma real a la masa laboral o clase trabajadora del Poder Judicial, sin ningún tipo de miramiento o consideración; como por ejemplo. Antigüedad en el servicio, situación socioeconómica del trabajador o trabajadora afectado y de su familia, méritos alcanzados en el ejercicio del cargo o experiencia y formación académica y profesional en el trabajo.

Pareciera importar poco para el patrono, el hecho social terrible que se genera cuando una persona es despojada o sustituida de su puesto de trabajo, y es empujada a la desagradable y precaria condición de desempleada o desempleado, pasando a engrosar el ejercito de reserva de población laboral inactiva o desocupada.

Pero ¿acaso ese miedo que la clase trabajadora de la justicia, siente no es un reflejo de lo que está ocurriendo en la sociedad venezolana actual?

Según versados autores, que han teorizado y escrito acerca del miedo; éste puede ser enfocado en lo cultural y social, integrando el carácter de un individuo o persona o una sociedad u organización social y es definido como un sentimiento o emoción desagradable e incomodo, que genera una visión de peligro, real o imaginario, dado en el presente o en el futuro.

La evidente polarización político-partidista, entre oficialistas y opositores, ha penetrado el tejido social, la estructura societaria y por supuesto las relaciones de producción, presentes en Venezuela.

El enfrentamiento entre quiénes tienen y defienden ideas distintas, ha dejado los curules del parlamento, y se ha trasladado a la calle, a la fábrica, a la empresa, a la universidad, a la escuela y a la familia.

Y, aunque existe radicalización en mayor o menor medida y grado, en uno u otro bando, lo cierto del caso es que el poseedor o detentor del poder político, militar, policial, judicial o social; crea o fabrica escenarios para propinarle una derrota al contrario, sobre el que se ejerce el poder, y poco importa las consecuencias del daño que se infrinja; ejemplos huelgan, en la sociedad venezolana.

En el caso concreto de la clase trabajadora del sector público, esas contradicciones entre oficialistas y opositores, ha dejado huellas, que de seguro perdurarán en el tiempo, en el sentido negativo; y, los perversos y destructivos efectos causados por las tristemente celebres Listas Maisanta I y II, responsables directas del despido de cientos de trabajadores y trabajadoras de la administración pública, y actual limitante para ingresar a un cargo público; ha dejado una impronta de desempleo y de discriminación política que costará mucho superar; pues es sabido que para ingresar al sector público, por el lado oficialista, no se puede aparecer en alguna de esas odiosas listas y se debe estar inscrito en el partido de gobierno; y por el lado de la oposición se aplica algo más o menos parecido; es decir, la partidización de la sociedad, sí antes era vista como un derecho humano, a optarse por una preferencia política determinada; hoy en día es una anotación para el combate, la batalla y el enfrentamiento entre conciudadanos y personas pertenecientes a una misma sociedad.

Venezuela, lamentablemente, es vista como un campo de batalla, y aunque el conflicto social y el cambio social siempre están presentes en toda sociedad; en la sociedad venezolana, es epicentro continental para el conflicto entre personas que se suponen son compatriotas y ciudadanos, miembros de una sociedad civilizada.

En esa guerra ideológica, el miedo está cumpliendo un rol silente, pero efectivo, pues el Estado, como administrador del Poder Público, en todas sus expresiones y funciones (Ejecutiva, Legislativa, Judicial, Electoral y Ciudadana), como poseedor de las armas de la República y principal empleador; ha comenzado su transformación de una sociedad burguesa a una sociedad socialista; ejerciendo todo el poderío que ostenta; y ha echado mano al mecanismo de represión de la persuasión, que en definitiva es la posibilidad cierta de la aplicación de una castigo o sanción sí se persiste en una conducta social determinada, a quiénes contravengan la construcción de la sociedad socialista en Venezuela.

El proletariado, que conforma la clase trabajadora, con sus capas sociales y grupos de asalariados, no se observa como la clase determinada por el marxismo- leninismo para asumir el poder político e imponer la democracia popular y verdadera que debería provenir de la Dictadura del Proletariado; por el contrario está rezagada y sin  un papel participativo o protagónico, pareciera que el Estado no la necesita y con el despliegue del Poder Público, se bastaría así mismo, para impulsar y reimpulsar el cambio social hacia el socialismo, fase de transición al ¿comunismo?.

Antes en Venezuela, se decía que era una sociedad donde el libertinaje reinaba, en todo sentido, que los mass media estaban deformando a los ciudadanos integrándolos a la cultura del consumo y del mercado; en las que los gobiernos dejaban hacer y dejaban pasar, y lo de moda era un Estado Neoliberal dirigido hacia el sector privado, y muy poco preocupado y ocupado en la solución de la cuestión social, y donde los pobres no estaban en las agendas gubernamentales.

En la Venezuela, de hoy la palabra Libertad ha adquirido un nuevo significado, se habla que no hay libertad de expresión y de opinión, que no hay libertad económica y de empresa, que no hay libertad personal, que no hay libertad para trabajar y que no hay libertad sindical, entre otros; y aunque la Carta Fundamental de la República, se tiene como una de las Constituciones de avanzada en el mundo, lo cierto es que todos los días aparecen en los medios de comunicación privados y públicos, denuncias acerca de la violación de un derecho, libertad o garantía constitucional.

En todo lo antes dicho, el miedo, no obstante ser una emoción o sentimiento de peligro, que se genera en el individuo, está cumpliendo una función de control y regulación social; pues en el caso específico de los trabajadores y trabajadoras judiciales, cuando de manera directa o indirecta, se les señala que si ejercen su derecho humano a la libertad sindical, serán despedidos del Poder Judicial; provocando una abstención en el plano personal del ejercicio de esa libertad; puesto que efectivamente sí se ha despedido trabajadores, por reclamar  sus derechos laborales, o sus libertades humanas y constitucionales, por parte de  altos funcionarios del Poder Judicial que tienen el poder todopoderoso del Estado, para retirar y arrojar al desempleo a trabajadores, que conforman la clase trabajadora del Poder Judicial.

Ahora bien, la clave para vencer al miedo es enfrentándolo con valentía, pues hay que entender que éste causa su efecto en quién o quiénes lo padecen, en la medida que no ha sido debidamente racionalizado; el problema del miedo que los trabajadores del Poder Judicial sienten, de ser despedidos de sus puestos de trabajo, solo se puede superar, tomando conciencia que cuando se actúa en forma colectiva y disciplinada, el miedo en lo individual desparece, dando paso a una situación de liberación; la patronal judicial de Venezuela, podrá despedir  a uno y hasta cientos de trabajadores y trabajadoras, pero jamás podrá despedir a la totalidad de la masa de trabajadores judiciales; pero para llegar a esta victoria, hay que ser valiente, para despertar la conciencia colectiva, y por supuesto hay que dar la pelea.

Una de las cosas que los trabajadores y trabajadoras judiciales, deben comprender y entender es que sin Estabilidad Laboral, la consecuencia más inmediata es el desempleo y hasta el hambre de la familia entera, por lo que la principal bandera a enarbolar en la lucha contra el miedo es la defensa a ultranza de la estabilidad laboral y el derecho al trabajo; lo demás: salarios, bonos, aguinaldos, prima de antigüedad, prima de mérito,  tickets de alimentación, jubilación, pensión y convención colectiva, entre otros beneficios, se derivan  de ese derecho esencial que es la Estabilidad Laboral.

Si se defiende solamente el pago de un bono o un aumento salarial, y no se defiende la Estabilidad Laboral ni el derecho al trabajo, se estaría asegurando pan para hoy y hambre para mañana como sabiamente lo señala el refrán popular.

Asimismo, la clase trabajadora del Poder Judicial, debe asumir una consciencia de clase, es decir se debe estar consciente que se es trabajador o trabajadora, y que el sustento personal y familiar, depende fundamentalmente de la venta de la fuerza de trabajo o capacidad para trabajar a cambio de un salario o sueldo; lo que no hacen las clases dominantes (políticas, judiciales y burguesas), que son las que compran esas fuerzas de trabajo siempre por un salario que no es el equivalente del esfuerzo que se realiza al trabajar.

La participación consciente y protagónica en las acciones sindicales que se convoquen reviste una importancia de aseguramiento de la Estabilidad Laboral y de exigencia de respeto al Derecho a Trabajar; el colectivo siempre vence cualquier obstáculo por muy grande que éste sea.

Todo patrono público o privado, siempre tiene el perverso objetivo de desprestigiar a las organizaciones sindicales, a los directivos y dirigentes sindicales, puesto que saben que son los instrumentos de lucha de la clase trabajadora para defensa de sus derechos; en la consecución de ese bajo objetivo,  el patrono, se vale de cualquier tipo de artimaña, trata de infiltrar a los sindicatos con sus agentes, genera informaciones falsas en contra de los sindicatos y directivos, promueve y sostiene la creación de sindicatos paralelos a sus servicio, infiltra agentes patronales en la masa de trabajadores, para que cumplan una función de esquiroles y rompehuelgas y busca la eliminación o neutralización de la organización sindical; por lo que la Clase Trabajadora del Poder Judicial, debe fortalecer a la organización sindical progresista, democrática y pluralista con su afiliación y la participación activa en las acciones sindicales y en la vida interna del sindicato, con ello se contrarresta el denigrante objetivo patronal.

La consiga de la lucha tribunalicia, hoy en día adquiere una vigencia suprema en la defensa de los derechos laborales y adquiridos., por eso:

¿QUIÉN DIJO MIEDO?


* Presidente del SUONTRAJ, Coordinación Andina de Trabajadores Judiciales, Abogado y Trabajador Social.