Por: Luis M. Galviz*
La estabilidad en el trabajo, es uno de los derechos humanos, que todo hombre y mujer trabajadora, valora en su justa dimensión; puesto que de ella se deriva una serie de beneficios sociales, socio-económicos, económicos y salariales, que permiten la manutención de sí mismos, como de sus grupos familiares.
No existe un daño más terrible que se le pueda hacer a una mujer trabajadora u hombre trabajador, como lo es despedirlo sin justa causa del preciado y estimado puesto de trabajo, dadas las dramáticas consecuencias que se sufre.
Los Convenios, Pactos y Tratados Internacionales que versan sobre el Trabajo, como la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Ley Orgánica del Trabajo, Ley del Estatuto de la Función Pública, Ley de Carrera Judicial, Estatutos del Personal Judicial, Régimen de Estabilidad Laboral de los Funcionarios del Extinto Consejo de la Judicatura y la Segunda Convención Colectiva de los Empleados de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, señalan que se debe respetar la estabilidad laboral, y que los despidos que se produzcan, siempre han de ser por justas causas, previo procedimiento que garantice el derecho a la defensa del afectado.
Pero, la verdad es que la actual Dirección Ejecutiva de la Magistratura, conocida como DEM, se ha ensañado en contra de la estabilidad laboral del personal judicial y administrativo, desplegando toda una gama de argucias seudo-jurídicas, para despedir trabajadores y trabajadores, sin justa causa y sin que se tome en consideración su perfil académico, su formación profesional, su antigüedad en el servicio, su evaluación en el desempeño, su situación familiar y socioeconómica.
Esa política de tercerización laboral y de despidos injustificados que implementa la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, entran en una evidente contradicción con el discurso Presidencial, que califica al Estado Venezolano como Obrerista y Socialista.
El despido de trabajadores y trabajadores, por razones de discriminación política-partidista, no tiene nada de socialista, lo que si denota es una actitud fascista y nefasta, frente a la estabilidad laboral de los 25 mil trabajadores y trabajadoras que tiene la Administración de Justicia Venezolana.
La utilización del Poder del Estado, para perjudicar a los trabajadores y trabajadores, en cuanto a su estabilidad laboral, es simplemente, la imposición del más fuerte sobre el más débil, lo cual además de ser una arbitrariedad, se convierte en un irrespeto a la dignidad humana.
La Dirección Ejecutiva de la Magistratura, como ente empleador no tiene la suficiente capacidad intelectual, para entender que con políticas de tercerización laboral y con prácticas anti -sindicales, que ejecuta cuando despide a una trabajadora o a un trabajador; está provocando un daño irreparable en lo personal y familiar; que motiva el odio y al resentimiento de los afectados.
Esta nefasta política que ataca a la estabilidad laboral de los trabajadores y trabajadoras tribunalicias, no es más que el reflejo del desprecio que se siente por los seres humanos que conforman el personal judicial y administrativo del Poder Judicial Venezolano.
Es lamentable, que en la Casa de la Justicia, reinen las sombras y los duendecillos diabólicos traman sus fechorías; pues por más que se diga, que en Venezuela existe un Estado de Derecho y Justicia Social, las actitudes fascistas y nefastas que se derivan de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura en contra de los tribunalicios y las tribunalicias, contribuyen a que la oscuridad enlute a la justicia venezolana y a que se deteriore, aún más, lo poco que pudiera quedar de dignidad y de Estado derecho.
Los trabajadores y trabajadoras, como en los siglos anteriores, seguiremos luchando en contra de los empleadores explotadores, como lo constituye la Dirección Ejecutiva de la Magistratura: pues por más que reinen las sombras, siempre el deseo de libertad, impone las transformaciones y cambios necesarios, para la consecución de un futuro promisorio.
Los culpables de los despidos injustificados de sindicalistas, trabajadores y trabajadoras, en el fondo son fascistas, y como tales serán tratados.
A los trabajadores y trabajadoras, por ahora, nos corresponde resistir y seguir dando la pelea por los derechos adquiridos, frente al Gran Leviatán, con las seguridades que por más que el huracán ensombrezca los cielos, siempre sale un Sol de Justicia, que brinda alegría, venciendo el miedo, las sombras y la desesperanza.
*Abogado, Trabajador Social y Presidente del SUONTRAJ